
Alternativas al «¡Ten cuidado!»
Este año mi hijo mayor cumplirá catorce años y yo aún recuerdo la primera vez que se subió a un árbol, a lo que a mi me parecía una altura demasiado considerable. Entonces vivíamos en un pueblo en la sierra de Collserola y salíamos a pasear a nuestro perro por un bosque cercano y Eudald siempre se entretenía en su árbol favorito, una encina de tronco retorcido. Siempre jugaba a escalarlo pero al principio no subía más de metro y medio, hasta que se sintió preparado… Y entonces me asaltaron los miedos: ¿y si se cae? ¿cómo va a bajar?. Esa vez, y muchas otras, frustré su aprendizaje con mi ¡ten cuidado!.
No hay nada mejor como una advertencia vacía para boicotear las experiencias de nuestros hijos.